Nadie duda de que la palabra hoy de moda en la gestión empresarial es innovación. Los gurús del management no dejan de hablarnos de la innovación como base para la competitividad, la construcción de organizaciones o de las inversiones que se demandan en investigación, desarrollo e innovación.
Sin embargo, a menudo olvidamos la verdad más simple: la base de la innovación es el talento y la creatividad de las personas. Pues bien, esta creatividad se ve a menudo condicionada por elementos externos de naturaleza muy variada.
Para ilustrar la influencia de estos elementos vamos a viajar hasta Disney World donde se sitúa un curioso experimento. Dos investigadores de la Universidad de Washington seleccionaron varios grupos de visitantes a Disney World. Uno de esos grupos pudo leer un falso anuncio de Disney World donde se destacaba a Bugs Bunny. Otro de los grupos tuvo la oportunidad de leer el mismo anuncio y además ver un cartel de notables dimensiones donde podía verse a Bugs Bunny.
Cuando se les pregunto a estos grupos si habían tenido la oportunidad de estrechar la mano, - o quizás la pata-, al “conejo de la suerte” en su visita a Disney World, las respuestas fueron sorprendentes. Un 30% del primer grupo y un 40% del segundo lo recordaban con total claridad. Un resultado del todo imposible, ya que Buggs Bunny es un personaje que pertenece a Warner Brothers, el principal competidor de Disney.
La moraleja de esta historia es simple. Nuestra memoria no es solo selectiva, si no también es creativa. Un efecto que tiene notables consecuencias a la hora de buscar soluciones alternativas a un problema.
La interpretación negativa nos dice que nuestro propio “esquema mental” restringe nuestra capacidad para buscar soluciones que no encajen en él. La interpretación optimista afirma que podemos estimular nuestra creatividad mediante nuevos estímulos que nos hagan ver incluso aquello que no es posible.
No en vano Ortega y Gasset afirmaba que la metáfora es probablemente la potencia más fértil que el hombre posee.
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