Resulta curioso que los que perpetramos la bitácora [email protected] no hayamos abordado todavía de orma directa el concepto que le da nombre: convergencia. Probablemente el lector ha percibido como rodeamos a este concepto, valorando sus consecuencias sociales, empresariales y económicas, pero sin afrontarlo cara a cara.
Y es que el concepto de convergencia digital es de los más elusivos que existen.
De acuerdo al Diccionario de la RAE convergencia puede ser definida como “la acción de concurrir al mismo fin”, que en nuestro caso quedaría circunscrita al entorno de lo digital. Esta definición se ajusta como un guante a la acepción primitiva de convergencia digital, que hoy denominaríamos convergencia primaria de sectores. Bajo dicha definición la convergencia es el proceso por el que las fronteras entre todos aquellos sectores que procesan (informática), transmiten (telecomunicaciones) o generar (media) información digitalizada se están diluyendo de forma progresiva.
Tras el éxito de esta acepción, a lo largo de los últimos cinco años hemos asistido a una auténtica explosión de convergencias. Expresiones como convergencia fijo-movil, de contenidos, de redes, o incluso de comportamientos se han hecho populares en la industria, las administraciones o la investigación académica.
En sentido estricto, si consideramos que converger implica la existencia de un único fin, a la convergencia de sectores debemos añadir la convergencia de contenidos que podría ser enunciada como “cualquier contenido susceptible de ser digitalizado será digitalizado rompiendo las asociación preexistente entre el contenido y el soporte previo. El ejemplo más candente de esta convergencia se encuentra en los contenidos musicales y videográficos, donde la digitalización de los mismo está destruyendo su distribución mediante los soportes tradicionales (cassette, CD, DVD,…) y potenciando su difusión a través de redes digitales.
Tras esta precisión ¿podemos hablar en pruridad de convergencia en el resto de los ámbitos que propone la industria?. La respuesta es “depende”. La realidad nos muestra que la convergencia es muy dependiente del contexto, y a la vez que se aproximan tecnologías y comportamientos (consolas de videojuegos con capacidades de reproducción de video), se producen especializaciones que podríamos calificar de procesos de divergencia. A menudo, estas divergencias se asocian a nuevos usos como puede percibirse entre las cámaras fotográficas puras y las integradas en dispositivos móviles.
Y pese a ello, podemos identificar otros entornos de convergencia real, que analizaremos en el próximo post.
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