La dinámica de la evolución tecnológica ha estado determinada en los últimos años por la ley de Moore. Enunciada inicialmente en 1965 para describir el crecimiento de la densidad de transistores en los chips (articulo original de Moore), la definición actual es mucho más cercana al negocio, y puede ser expuesta como: "el coste de procesar, distribuir y almacenar información decrece exponencialmente con el tiempo".
Esta creciente capacidad para el procesamiento, el almacanamiento y la transmisión tiene ademas la virtud de reforzarse mutuamente. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en la nueva generación de super-routers, que como el CRS-1, recien presentado por Cisco (ver información), son capaces de gestionar un tráfico superior a los 1,2 terabits por segundo (un cifra casi 5000 veces superior a un router ADSL convencional).
Estos nuevos super-routers se basan en la combinación de las nuevas tecnologías de integración y de paralelización. Su corazón lo constiutye un chip que incorpora 188 procesadores de 32 bits, cada uno de ellos con su propia memoria de trabajo y funcionando de forma paralela.
Aunque la clave no está en el caudal de información que aportan si no en las posibilidades que este torrente de información puede aportar. ¿Qué puede hacerse con un terabit por segundo? Un simple dato para la reflexión, el terabyte sumistrado por los nuevos super-routers es muy superior a nuestro propio ancho de banda sensorial como seres humanos, y de hecho está muy por encima del cerebral. Poniendo todas estas piezas juntas nos encontramos con tanta información como somos capaces de percibir.
O en otras palabras, con el paradigma de Matrix a la vuelta de la esquina. Sólo es cuestion de encontrar el transductor adecuado. Y como pone de maifiesto el Media Lab del MIT, muchos están en ello.
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